martes, 1 de diciembre de 2015

El Jorobado de Notre Dame
de Victor Hugo


     La historia gira alrededor de la Catedral de Notre Dame, en París, Francia. Es el año de 1482. La historia comienza con la “Fiesta de los Locos,” donde es Coronado Quasimodo como el Rey Feo.

   El Capitan Febo de Châteaupers rescata a Esmeralda cuando Quasimodo quiere raptarla por órdenes de Claude Frollo, el clérigo perverso. Es así como Esmeralda se enamora del soldado.
     Después de ser rescatada, y darse cuenta que no es correspondida como ella quisiera,  Esmeralda se diríge a la “Corte de los Milagros,” el cual era un barrio Gitano.

        Siendo Esmeralda seguida por Pedro Gringoire, éste es capturado por un jefe Gitano por haberse atrevido a internarse en aquél territorio. Cuando Pedro Gringoire estaba listo para ser ahorcado por su atrevimiento, una voz femenina lo salva, diciendo: “Yo tómo a ese hombre,” lo cual significaba casarse con él. Era la voz de Esmeralda quien lo tomaba. Pedro Gringoire no lo podia creer. Pensaba estar soñando.
     Por otra parte, Quasimodo estaba ante la multitud, siendo azotado por haber intentado raptar a Esmeralda. Quasimodo había sido huérfano desde niño.
      Al nacer, alguien lo había dejado desde que nació en las puertas de Notre Dame. Fué así como el sacerdote Claude Frollo lo había criádo. Ahora Quasimodo era el campanero de la catedral, razón por la cual era sordo.  
    En ese instante que Quasimodo era azotado, la multitúd vió con asómbro cómo Esmeralda, en un gesto de piedad, subió al entarimado a darle de beber agua a Quasimodo.
     Esmeralda mostraba de ese modo a todos cuán caritatíva era.
     Pedro Gringoire había sido discípulo del sacerdote Claude Frollo, por lo tanto, Claude lo recordaba. Un día que Claude vió a Pedro junto a la gitana Esmeralda, lleno de codicia le preguntó el porqué estaba con esa gitana. La respuesta de Pedro fué inesperada para el sacerdote Claude, y encolerizádo le dijo: “¡Ésa mujer está prohibida para usted y para todo buen cristiano!”  Pedro le contestó: “¡Pero si ni siquiera la he tocado! He tenido la desgracia de casarme con una virgen.” Pedro Gringoire continuó: “Esmeralda fué criada por los gitanos, pero lleva en su cuello un amuleto que le hará encontrar a sus padres…y ese amuleto perdería tal virtud si ella perdiera la suya, de eso resulta que ambos seamos muy virtuosos.”    
     Pedro Gringoire agregó: “Además, ella no está enamorada de mi. Ella siempre le platica a su cabrita Djalí, sobre un capitán de arqueros.” Aquello le dolió mucho al sacerdote Claude Frollo, y se indignó e intranquilizó. Pedro continuó: “Esmeralda suspira por un capitan llamado Febo.” Así el sacerdote Frollo, ocultando su dolor dijo: “Debo de salvar a ese soldado de la condenación de esa mujer.”
     Con el tiempo, Febo de Châteaupers y Esmeralda se citaron en una casa para demostrarse su amor. Sin embargo, cuando Febo iba rumbo a la cita, fué interceptado por el sacerdote Claude Frollo, quien le preguntó hacia dónde se dirigía. El capitán le contestó que tenía una cita con Esmeralda la gitana. El sacerdote Frollo, se llenó de indignación. El capitán Febo de Châteaupers acepta darle las pruebas con la condición de que el sacerdote Frollo páge el alquiler del cuarto. De esa manera, el sacerdote Frollo lógra espiárlos a los dos, para comprobar que es cierto.
    Ya en la habitación, Esmeralda está dispuesta a romper su voto de castidad, pues reconoce que ya no tiene necesidad de encontrar a sus padres. Por lo tanto, le pide a Febo se case con ella. Febo le contesta que eso es imposible. Así, Esmeralda reconoce que Febo de Châteaupers es un noble caballero, y ella una simple bailarina. Por lo tanto, Esmeralda  reconoce que no le importa ya su virtud, y que ser amada por él le hará la mujer más dichosa del mundo.

     En el momento exacto en que Esmeralda iba a ser amada por primera vez, Febo recibió una puñalada en la espalda de manos del sacerdote Frollo. Sin embargo, Febo pensó que la puñalada había sido hecha por Esmeralda.  
  Por tal razón, Esmeralda fué acusada de brujería por Claude Frollo. Cuando Frollo la obliga a confesarse a Esmeralda, antes de ser llevada al patíbulo en procesión, ella comprende que todo es un plan en contra de ella. Ella sabe que fué Claude Frollo quien apuñaleó a Febo. En esa ocasión Claudio estaba cubierto con un capuchón de monje, de forma tal, que no se le podía ver bién la cara. 

      En ese momento, Claude descarádamente le propone amor a Esmeralda a cámbio de salvarla del patíbulo. Pero al creer Esmeralda que Febo ha muerto, ella prefiere morir también. En ese momento Frollo le dice: “¡Pues morirás virgen!”
     Esmeralda es subida a un carretón donde es llevada rumbo al patíbulo. Sin embargo, cuando pasa frente al balcón de la noble familia Gondelaurier, familia de la novia del capitan Febo, Esmeralda descubre a su adorado Febo en compañía de una linda y distinguida joven.
    En ese momento, Esmeralda gritó: “¡Febo! ¡Deténganse! ¡Él no está muerto!” De repénte llegó Quasimodo, tomó a Esmeralda y se la llevó rumbo a la catedral, frente a la algarabía y el apláuso de todos los presentes. Quasimodo la llevó ahí para salvarla, puesto que en una catedral, “toda justicia humana expíra dentro de sus umbrales.”  Esmeralda se preguntaba el porqué Quasimodo hacía eso por ella. Quasimodo solo le contestaba: “Descansa. No tienes qué mirarme, pues soy feo. Basta con que me escuches.” Quasimodo, que era sordo, continuó diciendo: “Voy a cuidar de ti.” Esmeralda le dijo: “Eres feo. Pero por dentro eres muy hermoso.” Sin embargo, Quasimodo tuvo que retirarse de su presencia para que Esmeralda no lo viera, pues sabía que ella no apartaba su vista por compasión.
   Estando escondida Esmeralda en la catedral, en la celda de los suplicantes, Quasimodo se siente feliz, por tenerla y cuidarla. Una mañana que Esmeralda divisó al capitan Febo desde el borde del techo de la galeria de la catedral, Esmeralda le dijo a Quasimodo: “¡Ve! ¡Corre tras él! Si lo traes yo te amaré.”  En ese momento Quasimodo se precipitaría por la escalera, ahogado en sollozos.
    Ese día Quasimodo sigió al capitan Febo, y viendo que entraba a la mansión de la familia Gondelaurier, Quasimodo dijo para sí: “De aquí no me iré, si no es acompañado por el hombre que áma Esmeralda.” Así, Quasimodo estaría dispuesto a esperar pacientemente su salida.
   El tiempo transcurrió, y como a la una de la mañana, el capitán Febo salió de la fiesta. Quasimodo al verlo, le dijo: “¡Sigame Capitán! La mujere que le áma quiere hablarle.” Febo le contestó: “Mira pillo…dí a la que te envió, que me voy a casar y que se vaya al Diablo.”  Cuando Quasimodo insistió, el capitán Febo lo pateó, diciéndole: “¡Tóma impertinente! No me importa en absoluto esa mujer.” Al irse en su caballo el capitán Febo, Quasimodo solo dijo: “¿Cómo es posible que tendiendo la dicha de ser amado por alguien la rehúse?”
    Cuando Quasimodo se encontró solo ante Esmeralda, optó por no decirle lo que sucedió. Entonces Quasimodo le dijo a Esmeralda que no encontró a Febo. Esmeralda le contestó: “¡Debiste buscarlo en todas partes!¡Oh! ¡Vete! ¡Déjame sola!”  Quasimodo solo pensó dentro de su mente: “Prefiero que ella me lastíme.”
   Los días transcurrieron en tranquilidad y una noche de luna llena, el perverso Claude Frollo descubrió el sitio donde Quasimodo tenía escondida a Esmeralda. Quasimodo tuvo que volver a salvarla amenazándo a Frollo con un cuchillo en mano. Frollo, quien tuvo que retroceder ante el arma, tenía sujeta en brazos a Esmeralda a la fuerza. Cuando Frollo, el sacerdote, volvió furióso a su celda en el claustro de la catedral, pensó para sí: “Ese maldito jorobado no se quedará con ella. ¡Nadie la poseerá!”
     Después de lo sucedído, un día el sacerdote Claude conversaba con Pedro Gringoire. Gringoire  se tranquilizó al enterarse que Esmeralda estaba a salvo en la catedral. Sin embargo, el sacerdote Frollo le dijo a Gringoire que en tres días Esmeralda sería ejecutada por órdenes del Parlamento.  Gringoire le dijo: “¿Pero es que no pueden dejarla en paz  en ese santo albergue?” Frollo le contestó: “No olvide que hay gente mala en este mundo.”
     Enseguida, Claude le dijo a Pedro, “Si ella le salvó un día la vida, ahora sálvela usted.” La intención real de Claude era mantener la vida de Esmeralda para así talves algún día tener sus favores. Pedro Gringoire dijo: “Talvez Clopin Trouillefón tenga la solución.”
     Clopin Trouillefón encabezaba  a los miembros del barrio de la Corte de los Milagros. A la noche siguiente, Trouillefón estaba frente a la catedral con un grupo de gente gritando: “¡Luis Beaumont! ¡Obispo de París! ¡Te pido que nos entrégues a nuestra hermana falsamente acusáda de magia y asesinato!”  Trouillefón continuó: “¡Entréganos a la doncella o de lo contrario, saquearémos la catedral!”  
    Lamentáblemente, como Quasimodo no escuchaba por ser sordo, dejó caer una formidable viga de madera desde el campanario, hiriendo a alguno de los miembros de la Corte de los Milagros, causando un dáño terrible. Ahora, la formidable viga sería utilizada como ariete. Los miembros del barrio de la Corte de los Milagros gritaban, “¡Adelante! ¡Echarémos la puerta abajo!” En ese instante, una lluvia de piedras caía sobre los sitiadores.
     Justo cuando la muchedúmbre estaba a punto de derribar el portón, una lluvia de plomo derritido caería desde lo alto de la catedral, proveniente de dos canalones en forma de gárgolas. Los chórros de metal ardiente calciarían a la multitud.
   A punto de desfallecer por las acciones, el jorobado Quasimodo entraba a la celda de los suplicantes, cuando con sorpresa y dolor vió que Esmeralda no estaba ahí. En esos momentos, Esmeralda se encontraba cerca de la plaza de Greve, con su esposo Pedro, a quien Esmeralda le decía, “¿Porqué me has traído aquí?” Pedro le decía, “Hemos querido salvarte. Ahora te déjo en buenas manos.” En ese precíso momento, después de huír Pedro, el encapuchado que la sacára de la catedral con ayuda de Pedro Gringoire se descubría: ¡ERA EL SACERDOTE! Esmeralda solo gritó: “¡Ay! ¡Esto es una pesadilla!”   El sacerdote Frollo le contestó: “Tú me has hecho un pecador! ¡No me importa ser más digno del infierno si te tengo a mi lado!”
“Deberas escoger entre el lecho o la tumba,” continuó diciendo el sacerdote Frollo. Esmeralda le contestó: “¡Prefiero Morir!” Esmeralda intentó huír, pero fué detenída, cuando el sacerdote Claude gritó: “¡Guardias! ¡Se escapa la gitana!”
    A la mañana siguiente, al salir el sol, el perverso sacerdote Frollo observaba desde lo alto de la catedral hacia la plaza de Greve. Esmeralda era ejecutada en la horca en ese momento en la misma plaza. Cuando Frollo fué testigo de la ejecución, dejó escapar una infernal carcajáda que cimbraría todo su ser, “Ja ja ja ja ja.” Pero justo en ese momento, llegaría por atrás Quasimodo, quien con sus robustas manos empujaría a su perverso y burlésco protector.
     El jorobado de Nuestra Señora de la catedral de París, llevó el cuerpo de la desdichada Esmeralda hacia el ancho foso destinado para los ejecutados en el patíbulo. QUASIMODO SE DEJARÍA  MORIR  EN AQUEL SINIESTRO  SITIO, AL LADO DE SU AMADA.  Las últimas palabras de Quasimodo fueron las siguientes: “Aquí nadie vendrá a molestarte. Cuidaré eternamente de tí.”   

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